Transformar el dolor en aprendizaje: la propuesta de SAK Fundación

SAK Fundación


Hay momentos en la vida que nos dejan sin palabras. No porque falten cosas por decir, sino porque lo que se siente es difícil de nombrar. Una pérdida inesperada, una despedida que no sabíamos que dolería tanto, una crisis que nos quiebra por dentro sin que se note por fuera. En esos espacios inciertos, lo emocional se vuelve denso, silencioso, y muchas veces incomprendido. ¿Cómo se sigue cuando no hay claridad? ¿Cómo se acompaña a alguien más cuando no sabemos qué hacer ni con nuestro propio dolor?

A veces, no se trata de tener todas las respuestas, sino de aprender a estar. Estar presente, sin juicio. Escuchar con atención, reconocer el sufrimiento sin minimizarlo, y sostenerlo desde un lugar genuino. Esa capacidad de acompañar con humanidad no nace sola: se forma, se cultiva, se aprende. Y es justo ahí donde entra en juego una mirada más profunda de la salud mental, aquella que no sólo diagnostica, sino que entiende, que abraza, que repara.

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Desde hace más de ocho años, SAK Fundación ha centrado su trabajo en ese territorio sensible donde el dolor psicoemocional a menudo pasa desapercibido. Su labor combina atención directa, formación especializada y trabajo comunitario, con un enfoque integral que reúne a profesionales de la salud mental, tanatología, suicidología y cuidados paliativos. A través de esta red interdisciplinaria han acompañado a miles de personas en crisis, canalizado a quienes necesitan ayuda urgente y formado a profesionales que hoy hacen una diferencia real en distintos contextos del país.

En ese camino de escucha y acción, la fundación también ha desarrollado propuestas educativas sólidas que invitan a formarse desde la experiencia, la ética y el compromiso humano. Este 2025, lanzan una nueva edición de dos de sus programas más representativos: el Diplomado en Tanatología y el Diplomado en Suicidología, ambos con modalidad virtual y clases en tiempo real.

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El Diplomado en Tanatología, que inicia el 22 de mayo, propone un recorrido que parte del autoconocimiento y se extiende hacia la comprensión del duelo, la pérdida y la muerte como dimensiones inevitables de la vida. A través de cinco módulos se abordan temas como el duelo en diferentes etapas de la vida, el cuidado de los cuidadores, la espiritualidad, y situaciones complejas como el suicidio, el aborto o la enfermedad crónica. Más que una formación técnica, es una invitación a mirar el dolor con respeto y a acompañarlo con herramientas reales.

Por su parte, el Diplomado en Suicidología, con inicio el 24 de mayo, ofrece una formación especializada para abordar uno de los temas más urgentes y, a la vez, más invisibilizados: el suicidio. El programa cubre desde los factores de riesgo y protección hasta la intervención en crisis, la prevención comunitaria y el acompañamiento a sobrevivientes. Con once módulos y un enfoque clínico, ético y social, está diseñado para quienes trabajan con poblaciones vulnerables o desean prepararse para intervenir de forma informada y empática.

Ambos diplomados cuentan con el aval de la Secretaría de Salud y la Universidad Autónoma de Coahuila, y están dirigidos a profesionales de la salud, la educación, el trabajo social y cualquier persona interesada en el acompañamiento emocional desde una perspectiva integral. El modelo educativo incluye clases semanales de tres horas y media, materiales especializados y seguimiento personalizado en grupos reducidos.

Más que adquirir conocimientos, estos programas invitan a transformarse. Porque entender el dolor y saber acompañarlo no solo es útil en lo profesional: es, en muchos casos, una forma de estar mejor preparados para vivir con más conciencia y humanidad.

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En ese propósito, SAK Fundación no solo forma profesionales: construye espacios donde es posible mirar el dolor sin miedo, acompañarlo sin prisa y aprender, con otros, que también en lo más difícil hay lugar para la escucha, la presencia y el cuidado. Porque acompañar no es una tarea técnica, sino una práctica profundamente humana que, cuando se hace bien, puede cambiar vidas —incluida la nuestra.